Por alguna razón tengo la idea de que toda madre tiene en su cocina un calendario, ahí las súper mamás anotan los recitales de piano, juntas de padres de familia, fiestas de cumpleaños, etc. Hay días buenos en los que las mamás miramos el calendario con ilusión anticipando los días de fiesta y los partidos de soccer y días no tan buenos en que una quisiera dejarlo todo e irse al Caribe o a dondequiera que sea la foto que tenga dicho calendario.

Tuesday 30 December 2014

Por qué le dije a mi hijo de siete años que no existe Santa Claus

Aviso: como en todos los textos de este blog y como en cualquier aspecto de la maternidad, esta es una decisión muy personal. No pretendo convertir a nadie, ni agradezco críticas ni sugerencias. Como diría mi amigo Eudocio “Cada quien su vida, cada quien su pomo” aquí aplica el “Cada quien su niño”.

A finales de noviembre, justo cuando comenzaba el frenesí de la Navidad, mi esposo y yo decidimos decirle a nuestro hijo Teodoro* la verdad acerca de Santa Claus. Esta no fue una decisión a la ligera, tampoco fue un arrebato de esos que dan ganas de lanzar al aire a la décima vez que el niño dice "a Santa Claus le voy a pedir un iPad" y uno quiere gritar "¡Santa Claus soy yo y no tengo dinero!"
No, esto lo platicamos largo y tendido y finalmente decidimos que era lo adecuado. Mi esposo se llevó a Teodoro a cenar y muy ceremoniosamente – cual si fuera la plática de las abejitas – le explicó la cuestión.

¿Cuáles fueron las razones que nos movieron para semejante Grinchés? En realidad no lo sé. Seguramente ustedes hayan escuchado de otros padres Grinch las siguientes razones, pero no estoy segura de que estas apliquen en nuestro caso, al menos no al 100%:


1. "Es mentirle a los niños, y cuando crezcan van a necesitar terapia."
Mmmm no, la verdad es que no me hace ni tantito ruido mentirles a mis hijos. Si se fijan, los días de una madre están llenos de pequeñas mentiras: "Ya no hay pastel de chocolate", "Se descompuso la tele", o "No, no me dolió nada cuando naciste". Esta última me la preguntó mi hijo a los cinco años y mentí con todos mis dientes, mentir acerca de Santa Claus y el Conejo de Pascua, es otra mentirilla más. En cuanto a la terapia, las que necesitamos terapia (del verbo "retail therapy") somos nosotras, es complicadísimo el trabajo de Asistente del Ratón de los Dientes y sus secuaces.


2. "Que flojera hacer toda la faramalla."
Esta tampoco fue razón suficiente para haber revelado la verdad. Como odio las multitudes enajenadas comprando en diciembre, desde noviembre empiezo mi campaña de "¿Qué vas a pedir?" Y una vez que hemos llegado a un acuerdo me lanzo a comprar los juguetes. Nunca he tenido que hacer compras entre multitudes ni villancicos, gracias a Dios. Lo que si les voy a decir es que me choca el comercialismo alrededor de las fiestas decembrinas.

La realidad es que en Nochebuena quien más disfruta soy yo. Me aseguro de comprar unas BUENAS galletas (comestibles y deliciosas) para ponerle a Santa y envuelvo primorosamente (así es, esa es la palabra) los regalos que Él deja, con listón de brillitos y cascabeles que se han vuelto el trademark de este Santa. Así que por emoción del momento y la magia de abrir los regalos no paramos.



3. "Los niños se crean expectativas irreales."
Creo que esta sí fue una razón de peso en nuestra decisión, pero no la razón absoluta.
Los papás deberíamos de tener un pacto universal tácito de que Santa Claus no trae regalos de más de cierto precio. Gente: Cualquier regalo de más de $100 dólares debe venir "de parte de los abuelos."


El año pasado hice tremendo entripado porque la maestra de mi hijo tuvo a bien dejarlos  escribir la carta a Santa en el salón (a qué hora aprenden, quien sabe). A Teodoro se le ocurrió pedir un iPad, un iPhone y una cámara, la maestra alegremente mandó la carta hasta el Polo Norte y ¡háganle como puedan! Claro que le explique a mi angelito que la carta que vale es la que hace en casa con mamá y que, pida lo que pida, si sus papás no están de acuerdo...ni maíz paloma.

Creo que en realidad nuestra decisión fue circunstancial.  Teodoro está en una etapa de descubrir diversas culturas y tradiciones: sus mejores amigos son un niño musulmán, una niña judía y un niño inuit. Está expuesto a distintas religiones y es importante que aprenda y respete diferentes tradiciones y entienda por qué a unos les trae Santa Claus y a otros no. Por otro lado, su papá sabiamente se lo manejó como que "ahora tu eres grande y me vas ayudar a conservar la tradición y guardar el secreto para tu hermanito”. Esta sensación de ser grande y ser cómplice valen más para Teodoro que cualquier cantidad de regalos de Santa, huevos de pascua y dinero del ratón de los dientes. Está orgulloso de ser parte del secreto, es justo lo que necesitaba esta Navidad.

Y ¿cómo creen que terminó aquella platica ceremoniosa que tuvieron mi hijo y mi marido al respecto? Después del rollo, Teodoro exclamó "¡Ya lo sabía, papá!  Me lo dijo un niño en la escuela." Así que ni se sientan mal.

* Teodoro es, por supuesto, un seudónimo (no soy TAN mala madre como para ponerle un nombre tan horrible). Es el nombre de uno de mis hijos en mi caricatura Theodore & David, para evitar ventanearlos …tan directamente.

Saturday 11 October 2014

5 puntos que olvidaron incluir en tu descripción de puesto como Asistente del Ratón de los Dientes

Ilustración de Violeta Lopiz para el libro "La asombrosa y verdadera historia de un ratón llamado Pérez"

1- Les vas a mentir a tus hijos 
Y después te vas a sentir mal de haberles mentido. O te vas a sentir culpable por no sentirte mal de haberles mentido. O te vas a sentir mal de que te valga un pepino que las mamás "progresistas" digan que estas tradiciones son pésimas porque fomentan la mentira. Como sea, vas a entrar en severo diálogo interno cada vez que se caiga un maldito diente.

2- Deberás tener efectivo siempre a mano 
Porque – contrario a lo que tu crees o recuerdas de tu propia infancia, – los dientes se caen cuando menos te lo esperas y probablemente te agarre sin cambio.
Tu asumes que un día el diente está un poquito flojo y al otro día un poquito más y así hasta que esté colgando de un hilo, dándote una semana para ir al cajero. Pues no, un día el diente está un poquito flojo y al día siguiente a las ocho de la noche, cuando lo que menos quieres es salir, ¡pum! ya se cayó. 

De cinco dientes que se le han caído a mi hijo, en todos hemos tenido que ir en la noche al cajero a sacar dinero, y luego a comprar cualquier bobada para pedir cambio porque el cajero sólo da billetes de $20 dólares, y hasta cree que le voy a dar $20 por diente.

3.- Deberás estar preparada para tomar una decisión ejecutiva 
En caso de que el diente venga con caries, o peor aún, que le tengan que sacar la muela porque tiene un agujero. ¿Qué hace el ratón? ¿Le deja lo mismo que por un diente bueno? I don’t think so. Según tengo entendido, el ratón hace su casita con los dientes que recoge (¡ese pinche ratón se está construyendo el Taj Mahal!) así que un diente picado no lo quiere.

Cepillo y pasta de dientes en lugar de dinero no es mala idea pero aquí entra en vigor el punto 1: te vas a sentir mal. Si quieres, puedes preguntarle a tus amigas de Facebook qué hacer en estos casos, pero sólo te vas a sentir peor, porque para empezar es tu culpa no haberte dado cuenta antes que el diente estaba picado.

4. Tendrás que hacer el trabajo sucio  de deshacerte del diente.
No es así como que puedas echarlo al escusado y correr el riesgo de que no se vaya y la criatura lo encuentre al día siguiente. No, hay que asegurarse de que no quede rastro. Y por favor señoras, absténganse de guardar los dientes de sus querubines de recuerdo, ¡es super creepy!
Algunas sugerencias: meter el diente dentro de un pañal sucio del hermanito, en la basura debajo de restos de brócoli, o en realidad lo puedes dejar dentro del tiradero de juguetes en el cuarto de los niños, jamás lo van a encontrar ahí.

5. Te vas a divertir como enano
A lo mejor ya se te olvidó lo que sentías de niña al despertar y ver el dinero que te trajo el ratón pero ver la carita de ilusión de tus niños es lo máximo, por más trillado que esto suene.

Si bien puntos 1- 4 son de lo más estresantes, también es muy divertido estarse escurriendo en la obscuridad para dejar el dinero sin despertar al niño. Una se convierte en Mamá Ninja. Mientras da un beso al niño dormido, con una mano arropa y con la otra retira el diente y pone el dinero. Debería de contratarnos el SWAT Team, me cae.

Ah, y punto 6: aquí no hay aumento de sueldo ni performance review pero los beneficios ¡son de lo más competitivos!

* Un agradecimiento especial para Violeta Lopiz, otra de mis ilustradoras favoritas, quien me hizo favor de prestarme su ilustración. 

Theodore & David


“Mamá, ¿me cuentas la historia de un rey que no recogía sus juguetes?”


"Pero los reyes no tienen juguetes. El rey es un señor y los señores 
no tienen juguetes"


"Sí, papá sí tiene. ¡Su iPhone!" 





Saturday 4 October 2014

David descubriendo el eco
- Hello!
- Hello! ello! ello!
- Somebody there?
- There? there? there?
¡Mamá! ¡Esos gritan como yo!

Sunday 28 September 2014

Theodore & David


"Mamá, ¿qué significa guerra?"


"Mmm guerra es cuando los países se pelean"

"¿Los países se pelean?"
"Pues...sí"
"Se ve que los países no tienen mamá"







Monday 8 September 2014

Theodore & David


"David, ¿quieres que te lea la historia de cómo nacen los niños?"
"¿Por qué, está muy chistosa?"

"¡Yay! Theodore ya sabe leer"

Sunday 31 August 2014

Theodore & David


"Mamá, ¿me cargas?"

"No David, ya pesas mucho"


"Ah bueno, entonces deja me quito el gorro"



Saturday 19 July 2014

El dilema 2. Game over

Me acabo de dar cuenta de que les mentí (no intencionalmente, claro está). Mis hijos SI tienen videojuegos y pasan buen tiempo conectados a la pantalla de algo. No tendremos Xbox ni Wii pero sí tienen en mi teléfono un par de apps que utilizamos como niñera en caso de emergencia: en aviones, aeropuertos, restaurantes o cuando me acompañan a comprar zapatos (believe me, funciona) y también cuando necesitamos un descanso. En este nuestro país del norte, lejos de nuestra familia, los niños van hilvanados a nosotros a todos lados, y las apps son el equivalente al “té de tenme-acá” que nos daban las nanas cuando nosotros éramos niños.

Y si, confieso que mis hijos juegan con sus apps y los sábados en la mañana se conectan a Netflix para que papá y mamá puedan dormir un par de horas más. Y mamá y papá se conectan a sus iPhones buscando distraerse un ratito y tomar aire entre la hora de salir del trabajo y la hora de hacer de cenar y bañar niños.

No estamos libres de pecado pantalla para tirar la primera piedra, pero intentamos, un poquito cada día en esta ardua y maravillosa tarea que es el ser padres y no morir en el intento.

PD: Y para quienes se lo preguntaban, no, el pobre Juanito Farías no ganó el festival y hoy es carnicero en el Estado de México, eso sí que es triste.

Friday 18 July 2014

El dilema

A veces no sé que pensar sobre el “Show & Tell” en las escuelas. Por un lado, agradezco que preparen a los niños para hablar en público y hacer presentaciones, pero el hecho de que sea una vez por semana es agotador, sobre todo si nadie se acuerda que los miércoles toca y el mismo miércoles en la mañana a punto de salir de la casa, el niño dice “Mamá, hoy tengo Show & Tell ¿qué voy a llevar?”. 

Tampoco ayudan nada niños como little Jun Wo quien la primer semana de clases llevó su trofeo nacional de ajedrez categoría niños menores de 5 años, ¿quién va a querer presentar después de ese niño?

En su último Show and Tell, mi hijo llevó un pedazo de madera, un vil cuadrado de 7x7 centímetros al que le había puesto unas tachuelas. Le pregunté ¿qué vas a decir sobre ese pedazo de madera?
Se paró muy derechito y muy orgulloso recitó:
"This is a board that I found at the beach. It is very special to me because I like to pretend it is a video game”.

¡Chale! Cual Juanito Farías y su caballo de palo.

Se me apachurró el corazón por exactamente 12 minutos "¿Estaré haciendo lo correcto en no dejarlo tener videojuegos?”, ”Sólo tiene 7 años", ”En el momento en que se conecte lo voy a perder para siempre”.

Aquí entra mi disclaimer de "No se aceptan comentarios" sobre si estoy haciendo bien o soy una madre exagerada y desnaturalizada; y donde yo aclaro que no juzgo a los papás que dejan a sus hijos jugar videojuegos. Yo me rijo por el lema de mi amigo Eudocio: “Cada quien su vida, cada quien su pomo”.

Trato de analizar, ¿por qué no dejo a mi hijo tener videojuegos? Yo crecí con videojuegos y ¡no salí tan mal! Cabe aclarar que eran los '80s y que el Atari se calentaba exactamente después de 40 minutos de jugar, cuando los monos empezaban a hacer lo que se les daba la gana era hora de apagar el Atari y salir a jugar al jardín. *By the way, este comentario en una junta de marketing me costó que mis colegas más jóvenes (todos) me vieran con cara de What? y unos preguntaran en voz baja "What the hell is Pacman?”

En realidad no sé qué tengo en contra de los videojuegos y por cada argumento negativo encuentro la forma de debatirlo, pero mientras pueda fomentarles que tomen un pedazo de madera e imaginen que es algo más, lo voy a intentar.

Y como dice una amiga, más triste que dijera “este pedazo de madera es muy especial porque me gusta pretender que es un bistec”.

Tuesday 1 July 2014

Más amarillo por favor

Note to self: cuando esté buscando - con el tiempo justo - algún artículo para mis hijos y lo encuentre bueno, bonito y barato (¿ya dije barato?) debo comprarlo sin importar que sea un esperpento.

Yo creí que desde que emigré a Canada mis días de enojarme con dependientas en las tiendas habían terminado. No digo esto con afán malinchista ni racista, simplemente es un hecho que en este país hay más señoras patonas que en México. Invariablemente cuando iba a una zapatería mexicana me sacaban de quicio las empleadas:

- Señorita ¿tiene este modelo en número 7, por favor?
- Si, cómo no, ahorita se lo traigo.

20 minutos después regresa con un diminuto 5 y una gran sonrisa.

- Señorita, le pedí 7. Este es un 5.
- Si, pero pruébeselo ¡viene anchito!

El caso es que hace una semana necesitaba yo una carreola para mi hijo de tres años. Aquí voy a a aclarar que, antes de tener hijos, cuando veía un niño mayor de dos años en carreola (de esos que ya las rodillas les llegan la barba y traen cara de molusco sacándose los mocos) pensaba “Mamá fodonga, póngalo a caminar ¡por eso existe la obesidad infantil!”
Pues no, fíjense que las mamás que llevamos a niños mayores de edad en carreola es por mera logística. Cuando una está en el aeropuerto, rezando para que las maletas no traigan sobrepeso y hay que pasar aduana con cara de poker* no se puede andar persiguiendo chamacos. Ni se diga de intentar correr de una terminal a otra para alcanzar el avión si el niño se detiene cada tres pasos a inspeccionar un tornillo o corre desaforado entre la multitud por mera diversión.

Total que hace una semana encontré una carreola plegable en Canadian Tire por módicos $24.99 pero ¡oh sorpresa! el estampado era rosa con flores y -sospecho - la princesa Aurora. 

- Mmmm - dudé - no quiero que mi hijo se queje en 15 años “Mi mamá me llevó por todo Disneylandia en una carreola rosa”.

En fin, se me hizo muy fácil esperarme a ir un día antes del viaje a buscar una carreola que no fuera girly girly

Primera escala: Tienda especializada en artículos para bebé. La carreola más barata cuesta $200. Olvídenlo.

Segunda escala: The Real Canadian Superstore (su nombre lo dice todo). Había una roja que se veía bastante buena pero costaba el doble que la de flores. Me dolió el codo para algo que literalmente íbamos a usar 2 veces (por el solo hecho de que la etiqueta decía máximo 14 kilos que pasamos hace seis meses).

Tercera escala: Canadian Tire, distinta sucursal que donde la vi hace una semana. Fellow Canadian que soy (y por otras razones de ética laboral) no compro en Walmart e intento apoyar a empresas canadienses, no sospechaba con lo que me iba a encontrar. En resumidas cuentas: en el lugar de las carreolas estaba el número de serie y el nombre del artículo pero no la carreola. Hay que buscar a alguien que nos ayude. 20 minutos. El inventario dice que hay tres en existencia. 10 minutos. La van a mandar abajo a Automotriz (WTF ¿qué tiene que ver con automotriz?). 15 minutos. “Umbrella stroller? did you check the patio section for umbrellas?” (WTF otra vez). 10 minutos. La están buscando en la bodega. 20 minutos. Está en el inventario pero no la encuentran. 20 minutos ¿Pueden hablar a la otra tienda donde vi la de princesas? 20 minutos. Ya hablamos y no hay.

Breathe
Breathe
Breathe

Cuarta escala. De regreso a comprar la roja.

Breathe

Yo me pregunto, señores fabricantes ¿han oído hablar de otros colores? no sé, amarillo, naranja, beige, negro ¿verde caca?

Supongo que el problema no son los fabricantes que no ven más allá de princesas y El Hombre Araña. La culpa la tengo yo. Si hace una semana no me hubiera dejado llevar por estúpidos estereotipos de género, hoy tendría una carreola rosa y me hubiera ahorrado no solo $25, sino medio hígado y tres horas de mi día.



* Disclaimer: Señores de Aduanas, este blog es meramente ficción, yo ni compro zapatos ni nunca he traído en mi maleta chilorio que nos mandó mi tía Lola. Ni tengo una tía Lola.

Saturday 21 June 2014

Theodore & David

"Somebody at work was mean to me"


"Did she call you poop head?"

"Hmm...no"


"Did she call you bum head"?

"Hmm...nope"

"Then you can still be her friend, mom"

Saturday 14 June 2014

Theodore & David

“Mamá, ¿cuál es mí pido?”
    
“¿mí pido? ¿dónde oíste eso David?”

"Theodore me dijo “es-tú-pido”. ¿Cuál es mí-pido?” 

Saturday 17 May 2014

Cascarita vs Tolkien

Como bien saben mi hijo de 7 años tiene muchísima energía, y en un esfuerzo por ayudarlo a sacar esa energía lo inscribí a clases de fútbol partiendo de las siguientes premisas:
  1. todos los niños disfrutan el fútbol
  2. todos los niños mexicanos disfrutan el fútbol
  3. todas las madres llevamos dentro una soccer mom

Pues no podría estar más equivocada. Mi niño no es de los que disfrutan los deportes ni yo llevo dentro de mi a la madre que echa porras los sábados en la mañana “rain or shine”.

El pobre no lo ha disfrutado ni tantito, pero ha descubierto la artimaña de pedir ser el portero para así pasar 45 minutos inspeccionando la portería mientras toda la acción se lleva al otro lado de la cancha; y no lo culpo, toda mi primaria yo utilicé mil y un recursos para librarme de jugar voleibol y basquetbol en la clase de deportes. Las monjas – inocentes – tuvieron a bien creerme una mal inventada “alergia al sol” gracias a mis cachetes de manzanita.

El caso es que este niño vino a romper el estereotipo de que a los niños mexicanos les gusta jugar fútbol – así como yo he demostrado que no todos los mexicanos sabemos bailar salsa. Pero he descubierto algo que lo ayuda a usar toda su energía en la comodidad del hogar: Tolkien. 

Hoy comenzó a leer “El Hobbit” en español. Para un niño de primero de primaria que apenas está aprendiendo a leer, con un conocimiento limitado de acentos y demás reglas gramaticales de nuestra lengua, las primeras dos hojas del libro fueron suficientes para que cayera agotado y pidiera una siesta. ¡Gracias Señor Tolkien!

Monday 27 January 2014

Mi mamá es bombero y te moja


Nada es más reconfortante que saber que nuestro hijos están orgullosos de nosotras.
Siempre he sabido que mi hijo me tienen en buen concepto, de eso no hay duda, pero no fue hasta hace poco que tuve prueba tangible de lo que piensa de su madre.

A veces tengo dudas de como me ve, no ayudan comentarios como el de el día en que me preguntó si su papá era mucho más viejo que yo
- No - contesté complacida - es sólo un año mayor que yo.  ¿Por qué? Se ve mucho más viejo que yo ¿verdad?
- No, contestó el niño sin pena, es que él es MUCHO más listo.

Además de ser mucho más listo, papá se ha llevado también (y lo digo sin resentimiento) las palmas al mejor cocinero. Potluck de la escuela al que asistimos mi hijo presume el plato que su papá hizo, añadiendo además algo como "my dad makes mayo from scratch”, ¿quién puede competir contra eso?

A decir verdad, no me molesta el vivir en el limbo de su escala de coolness porque sé por sus dibujos que me ve como un ser lindo; que curiosamente siempre trae una bolsa de shopping y aretes nuevos 
* Disclaimer: esposo mío, estos niños si que tienen imaginación.

El caso es que recientemente me demostró - y le demostró a todos mis colegas- que me ve como una mujer fuerte, trabajadora y de carácter (espero que no demasiado) con el equivalente a "mi papá es bombero y te moja". Me acompañó a la oficina a un evento que tuvimos y el hijito de una compañera preguntó “¿Por qué hay otra persona sentada en la silla de MI mamá?" A lo que le respondieron “Porque tu mamá trabaja 3 días a la semana y necesitaban tomar prestada su computadora”. Mi niño muy orgulloso agregó "Mi mamá esta aquí todos los días y NADIE le quita su silla…Además, si alguien le quita su silla mi mamá les dice "Get the hell out if my chair!”.


Quiero creer que lo dijo como un halago.

Monday 6 January 2014

En el agua clara que brota en la fuente…


Después de ver el documental Blackfish, mi concepto de entretenimiento familiar cambió por competo. 

Como mi blog no es una plataforma activista no trataré de convencerlos de no ir a Sea World ni de que no debería de haber animales en cautiverio. Mi intensión va más allá de crear polémica, mi postura es la de una mamá que el 80% del tiempo no sabe qué esta haciendo en este arduo y excitante trabajo de educar niños sin instructivo.

El impacto que produjo Blackfish en mi no fue únicamente por la realidad que presenta, sino porque yo consideraba parte del job description de ser mamá, llevar a los niños a parques de diversion y zoológicos. Creo que cuando tenemos hijos, parte de nuestro trabajo (ademas de quererlos y cuidarlos, obviamente) es acompañarlos en todos esos peldaños que construyen una infancia:

- Enseñarles a hablar y a caminar (✔️
- Enseñarles a nadar, andar en bici y patinar (mmm casi ✔️)
- Leerles cuentos antes de dormir (✔️)
- Ayudarlos a hacer tarea y a aprender (✔️) * aquí se incluye forrar libros que gracias al sistema escolar canadiense estoy     exenta 
- Coserles (o pegar con cinta) el disfraz de Halloween, del día de las madres o del festival de la primavera 
- Enseñarles principios de convivencia social, respeto al medio ambiente, religión o no religión (✔️)
- Introducirlos al placer de los tacos de cajeta, el sandwich the PB&J y las recetas de la abuela (✔️
- Llevarlos a zoológicos, acuarios y parques de diversiones (✔️)

Creemos (o creo) que si no cumplimos cualquiera de los anteriores no nos podemos graduar de padres. Claro está que no todos los puntos tienen el mismo peso en importancia pero de alguna u otra manera sentimos que hay que pasar por ahí.

Sabía que ver el documental cambiaría mi percepción sobre Sea World –  que confieso, he disfrutado por 3 décadas . Mi miedo era verlo y nunca más querer llevar a mis hijos. Esta decisión probablemente me privaría de verlos gozar uno de esos eslabones de la infancia y no estaba segura de querer hacerlo, pero tal vez esta era la razón que estaba buscando para nunca más llevarlos. Que tanto realmente disfrutábamos ir? No se qué me es mas difícil confesar: el hecho de que mi incomodidad con Sea World no tenía nada que ver con activismo en contra del cautiverio (lo cual me hace sentir como un mal ser humano), o la honesta verdad de que nunca disfruté al 100% llevar a mis hijos (lo cual me hace sentir como una mala madre).

Por supuesto que me daba emoción llevar a mis hijos a Sea World, pero conociéndolos, sabía que mi hijo de 6 años se iba a hartar de las colas y que lo único que le iba  a dar ilusión eran las palomitas de maíz y que el de 2 años se iba a entretener más con una coladera que con otra cosa, aun así fuimos, más por revivir los buenos recuerdos de nuestra propia infancia. Hay que reconocer que el show es impresionante y ver de cerca esos hermosos animales es maravilloso. Pero en el fondo sabíamos que tener encerrado a algo hermoso sólo para verlo de cerca no está bien, la idea de tener a Patrick Dempsey en una jaula para verlo todos los días (por más atractiva que suene) me parece de lo más creepy y rayando en Misery. Si bien alguna vez cuestionamos el cautiverio, vivíamos ingenuamente bajo la impresión de que Sea World cuida muy bien a los animales y que eran animales rescatados.

Cuando fuimos el año pasado con nuestros hijos, si bien lo disfrutaron mucho, nos dimos cuenta de que a los niños los podemos entretener con algo mucho más simple y más barato. Mi hijo mayor, se agotó y se sobrestimuló con las multitudes. El chiquito, se interesó mucho en los animales pero lo que más capto su atención durante el show de los delfines fue el elote que se estaba zampando la señora de al lado, porque el pobre niño moría de hambre. En esos lugares las comidas se postponen porque “hay que correr al show” y los snacks  de contrabando son pocos porque no permiten la entrada al parque ni de una barrita de granola (no los culpo, antes entraban familias enteras con hieleras y tortas de huevo con chorizo).

Así que, hemos decidido no volver a Sea World, ni al Acuario y probablemente ni al Zoológico, principalmente por lo que pensamos de los animales en cautiverio, pero porque de todas maneras nos habíamos cuestionado qué tanto lo disfrutan los niños, realmente necesitan ver de cerca a los animales para aprender sobre ellos y disfrutarlos? La respuesta de PR de Sea World es que gracias a ellos la gente conoce y quiere a estos animales. Yo creo que los niños no necesitan ver de cerca a los animales para apreciarlos, cualquier niño adora a los dinosaurios y les aseguro que ninguno los ha visto en vivo.
Qué tanto realmente disfrutan los niños y los papás estos parques? me atrevería a hablar por todos y decir que no tanto. Los papás van de un extremo al otro del parque apurados queriendo ver todo y desquitar lo que pagaron, entran en una psicosis de agarrar buen lugar, de no perder al niño, la cámara y la bolsa, y de tomar la foto obligatoria depués de esperar de mal humor a que 20 familias posen antes que ellos “Orale mijo  vas vas vas!”. Generalmente vemos a los pobres niños dormidos en la carreola o haciendo el berrinche de la vida porque los pobres están a-go-ta-dos. Los niños pueden ser inmensamente felices en un columpio o trepándose a un árbol. 


Cuando mi hijo tenía 3 años los llevamos al acuario, después de llevarlo de un lado al otro del parque queriendo alcanzar a ver todos los shows, al salir le preguntamos qué le había gustado más - “la señorita buzo” contestó. Esa debió de haber sido mi mejor pista de que a los niños les gustan las cosas simples, y nuestro mejor legado puede ser el enseñarles el respeto por los animales… eso y los tacos de cajeta.